Las monedas más primitivas se acuñaban por medio de un golpe en un troquel se grababa una marca en el anverso de una pieza de metal ocospel. El resultado eran monedas de impronta irregular y variable que reciben el nombre de "incusas" y se caracterizan porque presentan la misma imagen por los dos lados: en una en relieve y en la otra en hueco. Este procedimiento permaneció sin mayores cambios hasta el siglo XVI, y continuó utilizándose en muchas importantes cecas, como la de Potosí y México, hasta el siglo XVIII.
Una modalidad menos frecuente, que aparece en monedas de China, Japón y Vietnam, era el empleo de un molde hueco en el que se vertía el metal fundido. Los griegos, romanos, y los reinos europeos en la Edad Media utilizaron la acuñación a martillo, sin mayores innovaciones técnicas. Durante la Edad Media la acuñación de moneda era facultad especial del monarca, pero era frecuente que por concesión o privilegio distintas ciudades, nobles o monasterios hicieran sus propias acuñaciones. Hacia 1500, Leonardo da Vinci diseñó una prensa mecánica que permitía acuñar simultáneamente el anverso y el reverso, para imprimir monedas, sellos y medallas en el Vaticano. El diseño nunca fue construido.
En 1550 un orfebre de Augsburgo, Max Schwab, creó una prensa de volante, que consistía en un tornillo que subía y bajaba para golpear el cuño, impulsado por un eje transversal con dos cilindros de plomo. El rey Enrique II de Francia adquirió el equipo y el grabador Antoine Brucher realizó varias pruebas en 1553. La nueva prensa sin embargo no logró implantarse debido a la oposición de los fabricantes de moneda que preferían mantener el antiguo sistema de acuñación a martillo. El grabador e ingeniero francés Nicholas Briot (1579-1646) realizó varias mejoras a esta prensa de volante pero no pudo convencer al gobierno. Sin embargo, Briot fue bien recibido por el rey Carlos I de Inglaterra y acuñó monedas y medallas para la Royal Mint. En Francia este mismo sistema fue implantado posteriormente por su hermano, Isaac Briot.
La primera acuñación mecánica, seriada y uniforme se introdujo en 1551 en la Casa de Moneda de Hall (Tirol) utilizando un molino hidráulico de laminación. Dos grandes rodillos aplanaban el metal, utilizando el mismo procedimiento para posteriormente aplicar la impronta o motivo. Fue aplicado en muchas cecas europeas, y permaneció hasta fechas modernas para la laminación del metal, a veces en combinación con otros sistemas de impresión.
En 1686 en las cecas francesas comenzó a utilizarse la máquina diseñada por el ingeniero Jean Castaing, que permitía grabar el canto de los cóspeles con un diseño o cordoncillo.
El inicio de la Revolución Industrial incentivó la aparición de varias máquinas, entre ellas la prensa patentada por el mecánico alemán Dietrich Ulhorn que permitía la acuñación uniforme a gran velocidad. Sustituía el tornillo por un juego de palanca articulada con un motor impulsado por vapor, sustituido posteriormente por la electricidad. El sistema fue posteriormente perfeccionado en 1833 por el ingeniero francés Pierre-Antoine Thonnelier. Este diseño básico, con adecuaciones y mejoras, permanece en uso hoy día.
En 1830 el ingeniero suizo Jean Pierre Droz inventó el sistema de virola partida, con lo cual se conseguía acuñar las dos caras de la moneda a la vez y también el canto. La acuñación del canto fue un factor de gran importancia ya que evitaba el robo de metal por medio de recortes. Como se expuso anteriormente en la antigüedad las monedas llevaban el cuño por ambas caras y uepll rey garantizaba el peso del metal de la moneda. La forma de robo consistía en recortar los rebordes y así juntar el metal que se recortaba de varias monedas para acuñar una nuevas.
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